La sinodalidad bergogliana: de la tragedia a la farsa --Mons Bux
Babel 2.0.
El mito de la sinodalidad cultivado por Francisco es un retorno a Babel. Lleva al colapso de la cultura católica, escribe monseñor Nicola Bux en LaNuovabq.it sobre el Sínodo de Francisco y sobre el camino sinodal alemán.
Política en lugar de religión.
Según Bux, los problemas que no se abordan en el Sínodo de Francisco son la secularización, la ignorancia religiosa, el colapso de las vocaciones, la vida moral, la gracia como condición para recibir los sacramentos, la conversión y los Evangelios. En el Sínodo sólo se habla de política, economía, redistribución de la riqueza, solidaridad, bien común y ecología. Según el documento de trabajo, el objetivo es un "nuevo humanismo integral". Bux se pregunta si el humanismo que enseñó Cristo ya no es suficiente. O en palabras de San Ireneo Cristo trajo todo lo nuevo trayéndose a sí mismo - omnem novitatem attulit semetipsum afferens.
Otra Iglesia.
Para Bux, el objetivo de estos sínodos es una supuesta democratización de la Iglesia. Pero según el Concilio Vaticano II (Ad gentes 2), la Iglesia es misionera por naturaleza, no sinodal. Cristo llamó a las personas a salir de la realidad de sus vidas y a entrar en la Iglesia. Pero Pablo VI ya acuñó el lema de una Iglesia que "sólo sirve", que Francisco reformuló como una Iglesia "plenamente sinodal". En cambio, la Lumen Gentium 18 dice que la Iglesia es jerárquica, es decir, gobernada por hombres consagrados. Pero el Sínodo de Francisco quiere una Iglesia diferente: no un signo e instrumento de salvación, sino un megagrupo de supuesta corresponsabilidad y supuesta escucha.
Infantilismo.
El documento de trabajo del Sínodo dice con Francisco que el objetivo es -cito- "sembrar sueños", así como "hacer surgir profecías y visiones". Bux replica que apelar a sueños y visiones revela un creciente infantilismo eclesiástico y una desconfianza ideológica hacia la razón y la inteligencia.
La tragedia se convierte en farsa.
Bux concluye que las anteriores asambleas sinodales no han aportado un progreso misionero visible ni mensurable, sino que sólo han suscitado expectativas sobre el matrimonio de los sacerdotes, la ordenación de las mujeres y la inmoralidad sexual. Habla de un cisma de facto no declarado. Cita: "Con la sinodalidad, estamos pasando de la tragedia a la farsa".