En su nuevo libro, "El dictador y sus demonios", el periodista David Placer analiza cómo los seguidores del gurú en el chavismo predican amor y no violencia a la vez que construyen "las más terroríficas mazmorras y aniquilan a los opositores"
En 2005, cuando Hugo Chávez era presidente y tenía buena salud, Nicolás Maduro era titular de la Asamblea Nacional de Venezuela (cargo que hoy tiene Juan Guaidó, primer mandatario reconocido por más de 50 países) y ferviente discípulo de Sai Baba, aquel gurú de la India de melena afro y túnica naranja. En diciembre de aquel año Maduro y su esposa, Cilia Flores, visitaron al hombre que decía ser divino en su ashram de Puttaparthi.
Allí viajó el periodista David Placer, "porque no se conocían los intríngulis de ese viaje, con quién se reunió Maduro", dijo a Infobae. "Empecé en esa línea de investigación, pero terminé con dos narrativas en paralelo: una es el viaje de Maduro allí y la otra es —una faceta más oscura— el hecho de que los ministros que desarrollaron las políticas de represión y tortura en Venezuela son saibabistas o han visitado a Sai Baba".
En su nuevo libro, El dictador y sus demonios (que presentará en la Green Library del MMC Campus de Florida International University, en Miami, el 4 de junio, y el 7 en Houston, Texas, en el Spazio[IN]) reveló los puentes invisibles entre "lo peor del régimen que se puede encontrar en Venezuela y la ilusión y la devoción absoluta, una contradicción increíble".
Con el subtítulo La secta de Nicolás Maduro que secuestró a Venezuela, la investigación —que contó con más de 70 entrevistas— Placer reconstruyó por qué el saibabismo "tiene tanto calado" en su país. "Es algo completamente desconocido en España, donde vivo, pero en Venezuela todo el mundo ha escuchado hablar".
Por exótico que suene, en Venezuela el saibabismo existe desde la década de 1970, y se estima que cuenta con unos 200.000 seguidores. "Cuando fui a Putthaparthi me llamó la atención la cantidad de latinoamericanos. La cantidad más alta eran primero los argentinos y luego los venezolanos", observó Placer.
Preguntó por qué. "Descubrí que las primeras traductoras de sus libros al español fueron una venezolana y una argentina, a quienes se les despertó una devoción por él", agregó el periodista. Adelina del Carril de Güiraldes, de Buenos Aires, trató al gurú en la década de 1950, y Arlette Meyer, de Caracas, inició una serie de viajes al ashram en 1972.
Maduro es uno de los millones de devotos que siguen las enseñanzas del que considera su "maestro espiritual" en 113 países del mundo. En su libro De verde a Maduro, Roger Santodomingo escribió que el retrato de Sathya Narayana Rayu Ratnakara —valorado en su niñez como un avatar del dios Visnú, y en su juventud proclamado como la reencarnación del santo Sai Baba de Shirdi— acompañó al sucesor de Chávez en todas sus oficinas, hasta la del Palacio de Miraflores.
En 2011, cuando Sathya murió (Maduro ya era ministro de Relaciones Exteriores), la Asamblea Nacional decretó un día de luto en Venezuela. Nada se dijo de las denuncias de abuso sexual y delitos financieros que ensombrecieron la fama del gurú. En las filas del chavismo se asomaban otros devotos que, según el libro de Placer, terminaron por tejer lo que hoy es "una red de espionaje invisible e inviolable, construyeron las más terroríficas mazmorras y dirigen la aniquilación de opositores y a chavistas disidentes con total impunidad".
La inteligencia de los Estados Unidos, destacó Placer, no ignora el papel de este grupo. "En el año 1987 contactaron al segundo en el mando en Panamá, Roberto Díaz Herrera, quien hizo una denuncia pública contra Manuel Noriega, y comenzó la revuelta", recordó el periodista. En su momento, Díaz Herrera dijo que lo había obligado a hacerlo el libro con la sabiduría de Sai Baba que leía, y le ordenaba adherir a los valores humanos: "Verdad, rectitud, amor, paz y no violencia".
Agregó el autor de El dictador y sus demonios: "Y ahora Elliot Abrahams contacta con [el canciller venezolano] Jorge Arreaza, que es un devoto de Sai Baba. No me parece casualidad que busquen a un saibabista en el entorno de Maduro para negociar". Pero la figura más ominosa de su relato es la ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela. "La titular de cárceles ha creado un sistema horroroso, el pranato", agregó.
"Los pranes son los líderes de las cárceles, que gobiernan las prisiones, construyen piscinas, discotecas y mantienen un negocio millonario del robo de vehículos, secuestro y vicariato. La ministra ha dado poder absoluto a los pranes, que salen de prisión a su antojo y organizan el amedrentamiento y el asesinato de los adversarios del régimen. Algunos de los testimonios del libro confiesan cómo salen de la cárcel por orden de la Guardia Nacional para asesinar y regresar a la cárcel para que el crimen permanezca impune", detalló Placer.
Según su libro, Varela "no es devota, sino que viajó por curiosidad al ashram junto con el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz", quien también fue vicepresidente. "La mujer de este hombre es muy devota de Sai Baba. Sucede con ellos igual que con la pareja presidencial: quien es realmente devota es Cilia Flores". Flores es muy amiga de Varela.
"Capaya Rodríguez, la máxima dirigente del saibabismo en Sabana Grande, y apenas Maduro llegó a presidente ascendió de manera vertiginosa a embajadora de Filipinas", mostró otro ejemplo.
Se cree que aquella audiencia de 2005 no fue el primero ni el último de los viajes de Maduro al ashram, según dijo a EFE en 2013 el vocero del Centro Sai Baba, A. Anantharaman, quien tenía confianza en que la fe de Maduro influiría "en su manera de hacer política". Porque además de su mujer, su brujo, Cirilo Enrique Rodulfo, lo acercó a esa corriente espiritual.
Ese ex capitán del ejército vive en Miami, en Doral Isles, pero viaja a Caracas para responder consultas de Maduro, de quien es amigo, como lo fue de Chávez. "Le llaman 'El Profe'. Participó en el programa 'La línea psíquica de Celia Cruz', en Telemundo, que le abrió las puertas al mundo de artistas venezolanos que pagan miles de dólares por consultarlo", dijo Placer.
Durante los años de Chávez, agregó el periodista, "colocó a su hijo como vicecónsul de Venezuela en Miami". Rodulfo se ha jactado de haberle pronosticado a Maduro que sería presidente aun antes de que Chávez se enfermase.
El periodista venezolano emigrado a España, donde pesquisó vida y negocios de los líderes chavistas en Europa, había publicado Los brujos de Chávez", un éxito de ventas. "Todo comenzó con los rituales realizados por el presidente en su etapa conspirativa", escribió. "Tras su llegada a la presidencia, Chavez se acercó a todas las condiciones y creencias, se bañó en las cascadas de Sorte, se dejó leer el tabaco, pidió en televisión el poder de los rayos de los brujos de la revolución y celebró un ritual santero frente a las huesos del libertador Simón Bolívar".
De Cuba llegaron "santeros y babalawos" que se dispersaron en "las oficinas públicas, los ministerios y los estamentos militares", agregó Placer. Su libro dio a conocer "la sala de rituales y sesiones de espiritismo" que, argumentó, existe en la sede presidencial.
La idea de Los brujos de Chávez comenzó a rondarlo en 2012, cuando el bolivariano se trataba en Cuba un cáncer que terminó por matarlo. "En esos días los canales de televisión oficialistas no dejaban de transmitir los rezos de los chamanes indigenas del Amazonas y los rituales babalawos para sentenciar una pronta curación", recordó en el texto.
"Las oraciones en favor de la salud del comandante eterno se habían convertido en una prioridad para el canal del Estado y para el gobierno. Ya los rituales no se escondían", agregó. "El grito desesperado a los orishas debía ser difundido a todo el país".
Como si no hubiera contradicciones, los chavistas en el poder entonces, como los de ahora, pueden ser a la vez "marxistas, leninistas y santeros", comentó Placer. "Tienen un arroz con mango en todos los sentidos: espiritual, ideológico, con sus propias vidas".
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